¿Por qué las mujeres siempre vamos acompañadas al baño? Hemos encontrado una respuesta más que valida

Navegar en la red siempre va a ser la única solución factible si deseamos obtener aleatoriamente respuestas a preguntas que siempre nos hacemos en algún momento de nuestra vida.


A esta pregunta tan común les vivimos dando mil respuestas como por ejemplo que nos agarren la cartera o tener a alguien con quien hablar para no sentirnos solas o inclusive hay mujeres osadas que se inventan una mitología urbana con espíritus que salen de los inodoros o te pintan con pintalabios y sangre frases creepy/deprimentes.

Pero de todas las anteriores mencionadas, ninguna respuesta es tan completa como la que hizo una escritora que, aunque no sabemos con exactitud quien es la autora de esta obra maesta, ha sido un artículo tan preciso y minucioso que ha llegado a ser recreada en varios post, como los del blog Nunca Ruegues por Amor en una publicación realizada el 14 de julio del presente año y en la página Perú.com donde se vio en fecha 20 de junio del 2014.

El post, que puedes ver si le das clic aquí, explica de una forma tan detallada y coherente cómo es la terrible experiencia de estar en un baño público femenino. Donde todo está siempre lleno de agua, en mal estado y con una fila interminable de mujeres sin prisa. 


Este monólogo por supuesto que lo compartiremos con ustedes a continuación, además de sacarnos una enorme carcajada, nos hace sentirnos identificadas a todas las mujeres del mundo que nos hace ver que no es un problema de cultura o costumbre. Sin importar el país donde estemos siempre sufrimos estos martirios cada vez que vamos a un baño en plena soledad.

El gran secreto de todas las mujeres respecto a los baños es que de pequeña tu madre te llevaba, te enseñaba a limpiar la tabla del inodoro con papel higiénico y luego ponía tiras de papel cuidadosamente en toda la taza. Finalmente te decía: ‘Nunca, pero nunca te sientes en un baño público’.

Y luego te mostraba ‘la posición’ que consiste en balancearte sobre el inodoro en una posición de sentarse sin que tu cuerpo haga contacto con la taza.

‘La Posición’ es una de las primeras lecciones de vida de una niña, súper importante y necesaria, nos ha de acompañar durante el resto de nuestras vidas. Pero aún hoy, en nuestros años adultos, ‘la posición’ es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está a punto de reventar.

Cuando TIENES que ir a un baño público, te encuentras con una cola de mujeres que te hace pensar que dentro está Brad Pitt. Finalmente te toca a ti.

Entras y te das cuenta de que el picaporte no funciona (nunca funciona); no importa. cuelgas las bolsa del gancho que hay en la puerta, y si no hay gancho (nunca hay gancho), inspeccionas la zona, el suelo está lleno de líquidos indefinidos y no te atreves a dejarla ahí, así que te la cuelgas del cuello mientras miras como se balancea debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa, porque la bolsa está llena de cositas que fuiste metiendo dentro, la mayoría de las cuales no usas, pero que las tienes por si acaso.

Pero volviendo a la puerta. como no tenía picaporte, la única opción es sostenerla con una mano, mientras que con la otra de un tirón te bajas los pantalones y te pones en ‘la posición’.

Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar porque estás suspendida en el aire, con las piernas flexionadas, los calzones cortándote la circulación de los muslos, el brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y una bolsa de 5 kg colgando de tu cuello.

Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza ni la cubriste con papel, interiormente crees que no pasaría nada pero la voz de tu madre retumba en tu cabeza ‘jamás te sientes en un inodoro público.

Para alejar de tu mente esa desgracia, buscas el rollo de papel higiénico pero, no hay. El rollo esta vacío (siempre), entonces suplicas al cielo que entre los 5 kilos de cachivaches que llevas en tu bolsa haya un miserable kleenex, pero para buscar en tu bolsa tienes que soltar la puerta, dudas un momento, pero no hay más remedio.

Y en cuanto la sueltas, alguien la empuja y tienes que frenar con un movimiento rápido y brusco, mientras gritas OCUPAAADOOOO!!! Ahí das por hecho que todas las que esperan en el exterior escucharon tu mensaje y ya puedes soltar la puerta sin miedo, nadie intentará abrirla de nuevo.

Estás exhausta, cuando te paras ya no sientes las piernas, te acomodas la ropa rapidísimo y tiras la cadena tratando de tocarla lo menos posible, por si las enfermedades.

Entonces vas al lavabo. Todo está lleno de agua así que no puedes soltar la bolsa ni un segundo, te la cuelgas al hombro, no sabes cómo funciona la llave con los sensores automáticos, así que tocas hasta que sale un chorrito de agua fresca, y consigues jabón, te lavas en una posición de jorobado de Notredame para que no se resbale la bolsa y quede debajo del chorro.

Y ésta es la razón por la que las mujeres vamos en grupo al baño, por solidaridad: ya que una te aguanta la bolsa y la chamarra, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa el kleenex por debajo de la puerta y así es mucho más sencillo y rápido ya que uno sólo tiene que concentrarse en mantener ‘la posición’ y la dignidad.

Después de eso salimos y nuestro novio nos pregunta: ¿Por qué te demoraste tanto? uuuuffff… si supieras.

Asi que ya saben las aventuras que pasamos nosotras las mujeres en los baños, no es como ustedes los hombres piensan de manera coloquial sobre nosotras ("Estas 2 van a chismosear"), si supieran la cantidad de cosas que tenemos que tolerar serían más comprensivos en estas situaciones..

Pero bueno, si algunos hombres desean contar alguna experiencia traumática que hayan pasado en un baño público es libre de dejarla en los comentarios. Les damos el derecho a defenderse (y de hacernos reír un poco). 

Si desean ver más contenido como este, pueden visitar mi página de contactos y seguirme en mis redes sociales para estar al tanto de cualquier post que publique. Hasta otra!!!!

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